Es importante que las familias y/o referentes afectivos se interesen y participen de momentos de encuentro y diálogo con adolescentes para charlar sobre salud sexual.

Recordar lo que nos pasaba y sentíamos cuando éramos adolescentes nos puede ayudar a acompañar mejor a quienes transitan esta nueva etapa. ¿Cómo nos sentíamos cuando nuestros cuerpos se iban transformando? ¿Qué dudas teníamos? ¿Nos animábamos a preguntar? ¿De dónde sacábamos las respuestas? Seguramente, la mayoría de las personas adultas coincidimos en que los temas de sexualidad estaban casi siempre ausentes en las conversaciones familiares. Pero las cosas pueden cambiar, si nos lo proponemos.

¿Quién no se preguntó en la adolescencia sobre cuestiones relacionadas con la sexualidad? Probablemente, tuvimos que averiguar por nuestra cuenta qué era eso de “tener relaciones” porque, en casa, de “esas cosas” no se hablaba.

La adolescencia está expuesta a imágenes en redes sociales y otros medios de comunicación que no siempre son adecuadas a su edad, y necesitan sacarse las dudas de buena fuente.

Muchas veces los y las adolescentes tienen preguntas que les inquietan y buscan espacios y personas con quienes hablar. Por eso, aunque nos cueste, es importante generar un ambiente distendido y de confianza para encarar estos temas en familia o con referentes afectivos para que la información llegue a tiempo y de buena fuente.

¿Cómo les explicamos qué son las relaciones sexuales? Por ejemplo, les podemos decir que se trata de un encuentro íntimo, corporal y emocional entre personas que se atraen. Pero es importante explicar que la mayoría de las personas no sólo tienen relaciones sexuales cuando quieren ser padres o madres, sino porque lo desean y encuentran placer en ese encuentro. A su vez, las prácticas sexuales no se reducen solamente a prácticas con penetración: también incluyen besos, caricias, abrazos. Se trata de explorar y descubrir aquello que nos gusta y aquello que no.

Cada persona tiene derecho a decidir cuándo iniciar sus relaciones sexuales; es una decisión muy personal.

Llegado ese momento, podemos aconsejarles que elijan cuándo, cómo y con quién tener relaciones sexuales. Es importante que respeten sus propios tiempos y los de las otras personas y no tomen en cuenta las presiones que a veces vienen de la pareja o de las amistades. Nadie debe obligar a nadie. Tampoco hay apuro por empezar.

• Muchas personas creen que en la primera relación sexual no se puede producir un embarazo. Esto no es cierto: la probabilidad es la misma que en el resto de las ocasiones.

• Otras personas dicen que cuando se está menstruando es imposible quedar embarazada. Tampoco es correcto. Puede haber ovulaciones en cualquier día del ciclo, incluso durante la menstruación.

• Mucha gente piensa que tampoco hay posibilidad de embarazo o de infecciones de transmisión sexual si se eyacula afuera de la vagina. También es erróneo porque, antes de la eyaculación, sale por el pene un líquido lubricante que facilita la penetración y puede tener espermatozoides.

• También se cree que, después del acto sexual, con un lavado vaginal se elimina toda posibilidad de que los espermatozoides lleguen hasta el óvulo, pero esto tampoco es cierto.

• Hay personas que piensan que si la penetración no es muy profunda, no hay embarazo. Eso es falso. Incluso, puede haber embarazo sin penetración: si se eyacula en la vulva, algún espermatozoide puede entrar en la vagina.También en este caso existe la posibilidad de una infección de transmisión sexual.

• Hay quienes creen que los embarazos pueden ocurrir sólo entre personas heterosexuales, lo cual es falso. Los embarazos también pueden ser resultado de relaciones sexuales entre personas con distintas identidades de género.

Cuando empiezan los noviazgos entre adolescentes, también pueden empezar las preocupaciones: ¿tendrán relaciones?, ¿sabrán cómo cuidarse? No hablamos de esto con mucha frecuencia.

La maternidad o paternidad en la adolescencia presenta mayores desafíos que en la vida adulta (por ejemplo, la continuidad de los estudios, conseguir trabajo, etc.). Por eso, es bueno hablar sobre estos temas. Si nunca lo hicimos, no nos desanimemos: siempre es buen momento para empezar.

Es importante saber que las y los adolescentes que hoy tienen hijos e hijas pueden no haber tenido acceso a información adecuada o a métodos anticonceptivos. Y también continuaron sus embarazos debido a la presión social. Además, muchos de los embarazos en la adolescencia son consecuencia de violencia sexual, en particular en las niñas menores de 13 años. En estos casos, continuar el embarazo como única opción se llama “embarazo forzado”, dado que atenta gravemente contra la salud física y emocional de las niñas. Por esto, el abuso sexual es una causa suficiente para solicitar la interrupción legal y voluntaria del embarazo, según lo establece la Ley 27.610.

Las y los adolescentes son sujetos de derecho, y como tales, entre muchas otras cosas, debemos garantizarles el disfrute de su salud integral. Esto incluye brindarles respuestas e información precisa, confiable y actualizada sobre su salud sexual y reproductiva. Los métodos anticonceptivos (MAC) sirven para evitar o reducir la posibilidad de un embarazo en una relación sexual. Entre ellos, los preservativos —el peneano y vaginal— son los únicos que además nos previenen de las infecciones de transmisión sexual (ITS).

Es común que nos genere miedo hablar de las infecciones de transmisión sexual (ITS) y del VIH en la familia o con referentes afectivos, porque no siempre sabemos qué decir cuando nos preguntan sobre este tema. Sin embargo, es importante que la incomodidad o el temor no nos impidan hablar porque las y los adolescentes tienen derecho a recibir información sobre las cuestiones que les preocupan.

Las ITS afectan a todas las personas independientemente de la orientación sexual o identidad de género. Desde el comienzo de la vida sexual podemos exponernos a estas infecciones. La mayoría de las ITS se previenen usando correctamente preservativos durante todas las relaciones sexuales, orales, anales y vaginales.

Conoce más acá.

• el VIH,

• la sífilis,

• la gonorrea,

• la clamidia,

• el herpes,

• el VPH (virus de papiloma humano),

• la hepatitis B,

• la hepatitis C.

Las ITS pueden no dar síntomas, sobre todo en las mujeres. Algunas veces sólo se detectan en el examen ginecológico, urológico, proctológico o con estudios de laboratorio. Por eso es importante consultar ante cualquier duda.

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• Llevar siempre preservativo. Aunque creamos que no lo vamos a necesitar, siempre está bueno tenerlo por las dudas, para que llegado el momento tengamos la tranquilidad de que contamos con uno o varios, o poder dárselo a quien lo necesite.

• En caso de contar con un celular, asegurarse de tenerlo siempre con batería para comunicarse con una persona de confianza.

• En lo posible, tener algo de dinero o la SUBE cargada para volver a algún lugar de confianza y no depender de otras personas para regresar.

• Intentar estar en lugares que conozcamos para sentirnos cómodos y seguros.

• Tener información clara sobre cómo cuidarnos y sentirnos seguros para disfrutar sin preocupaciones.

En hospitales y centros de salud

• Para recibir información sobre métodos anticonceptivos, se pueden acercar a asesorías o consejerías que funcionan en los centros de salud, o llamar al 0800 222 3444. Por ejemplo, se pueden consultar los lugares donde se entregan y/o colocan anticonceptivos gratis. La llamada es confidencial.

• Por Ley Nº 25.673, los métodos anticonceptivos son gratuitos en hospitales, centros de salud, obras sociales y prepagas.