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Por Mariana Isasi - Oficial de Enlace de UNFPA Argentina

 

La inequidad de género es un mal que puede durar otros 100 años si no aceleramos las medidas para el cambio cultural. Según el Estado Mundial de la Población 2020 - difundido recientemente por UNFPA- tardaremos casi un centenar de años en lograr la paridad entre los géneros a escala mundial. Y esa preocupación crece en el contexto actual que, dominado por los esfuerzos por controlar la pandemia del COVID-19, está provocando un crecimiento del número de mujeres que no pueden tener acceso a planificación familiar, que enfrentan embarazos no intencionales, violencia por razón de género y otras prácticas nocivas que causan un trauma profundo y duradero que les roba el derecho a desarrollar su potencial en la vida.

 

El Día Mundial de la Población se recuerda hoy en todo el mundo con un llamado urgente: si queremos lograr un mundo basado en la igualdad debemos promover un trato igualitario entre todas las personas. Por eso hoy reafirmamos la importancia de seguir poniendo atención a los temas de población, especialmente los referidos a las niñas y las mujeres.

 

Es que la situación es cada vez más preocupante.

 

En todo el mundo, día tras día, cientos de miles de niñas son sometidas a prácticas que les producen daños físicos o psicológicos, o ambos, con el conocimiento y el consentimiento plenos de sus familias, amistades y comunidades. Estamos hablando de prácticas como la mutilación genital femenina, el matrimonio infantil y la preferencia por los hijos varones muy en detrimento de las hijas, entre muchas otras. Todas ellas se basan en la suposición de que los derechos y el bienestar de una mujer o niña de alguna manera son menos importantes que aquellos de los hombres y los niños.

 

Cierto es que hemos mejorado en lo que respecta a desacelerar el avance de algunas prácticas nocivas, pero el número de niñas sometidas a ellas en realidad está aumentando a consecuencia del crecimiento poblacional. Sólo en este año, por ejemplo, 4,1 millones de niñas están en riesgo de padecer la mutilación genital femenina. En América Latina y el Caribe la situación es igual de grave: 60 millones de niñas se casan antes de cumplir los 18 años, es decir una de cada cuatro. Pero además es la única región del mundo donde no se redujo esta práctica en los últimos 25 años, lo que las expone a situaciones de violencia, a tener menos ingresos y educación y a maternidades tempranas.

 

En Argentina, la creación del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad así como la reciente presentación del Plan Nacional de Acción contra las Violencias por Motivos de Género (2020-2022), entre otras medidas tomadas en el marco de la pandemia de COVID-19, muestran el compromiso del Estado de evitar que se sigan perpetuando prácticas nocivas contra las mujeres y las niñas. También resulta fundamental la continuidad del Plan de Prevención del Embarazo No intencional en la Adolescencia, que entre sus objetivos incluye la prevención del abuso sexual y los embarazos forzados.

 

Desde UNFPA trabajamos en coordinación con el Estado, organizaciones de la sociedad civil, otros organismos internacionales y el sector privado para garantizar que mujeres y niñas puedan alcanzar su pleno desarrollo, garantizando sus derechos. Uno de los focos centrales de nuestro trabajo está puesto en promover el acceso a la Educación Sexual Integral dentro y fuera de la escuela, como una de las estrategias centrales para garantizar el cambio de pautas culturales que perpetúan las desigualdades de géneros. 

 

Estamos a tiempo, de cambiar esta realidad y garantizar que las niñas tengan los mismos derechos y oportunidades que los niños. Podremos lograrlo promoviendo el respeto hacia las mujeres y las niñas a través de un cambio en las actitudes y prácticas que las deshumanizan y las convierten en objetos. Esto significa atacar las causas profundas de la desigualdad y respetar su autonomía. También protegiendolas por medio de la promulgación y monitoreo de leyes en contra de prácticas nocivas. Y finalmente exigiendo que los gobiernos cumplan con sus obligaciones de conformidad con los tratados de derechos humanos, atendiendo especialmente los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y las niñas.

 

Es un compromiso que debemos asumir como sociedad: apoyando la igualdad de derechos para las niñas de modo que no abandonen sus estudios, se preparen para el empleo, aprendan acerca de sus opciones y puedan definir su futuro.
 

Esta columna fue publicada en el diario Perfil el 11 de julio con motivo del Día Mundial de Población