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La “Agenda para el Desarrollo Sostenible”, aprobada por la comunidad internacional con el propósito de “transformar nuestro mundo en un lugar mejor para 2030”, concibe la educación como un “motor principal del desarrollo”, y una condición para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), así como otras metas y compromisos internacionales, regionales y nacionales.

El logro de una “educación inclusiva y equitativa de calidad”, establecido en el ODS 4, presupone unir las voluntades de todas las fuerzas sociales, con vistas a acelerar los avances en diferentes esferas educativas, incluyendo la Educación Integral de la Sexualidad (EIS), la cual es en sí misma un derecho humano y una condición indispensable para asegurar el ejercicio de los derechos a la salud, la información, la igualdad de género y los derechos sexuales y reproductivos, entre otros. De hecho, uno de los indicadores temáticos para medir los avances educativos es el “porcentaje de escuelas que imparten una educación sobre sexualidad y VIH basada en competencias para la vida”.

En línea con la Agenda 2030, el Plan Estratégico del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) para el período 2022-20252, confiere un papel relevante a la EIS, considerándola como una intervención importante para el cumplimiento de algunos resultados claves, tales como acelerar la reducción de las necesidades de planificación familiar insatisfechas, o reducir las muertes maternas evitables. 

En las Directrices Operacionales publicadas en 2014, se sistematizan los referentes conceptuales, programáticos y operativos de la EIS en el mandato del Fondo; allí se la entiende como un enfoque basado en los derechos humanos y la igualdad de género tanto dentro como fuera de la escuela. La EIS, sustentada en planes de estudios, implica una visión holística de la sexualidad y del comportamiento sexual, que va más allá de la prevención del embarazo y de las infecciones de transmisión sexual, pues favorece que niñas, niños, adolescentes y jóvenes adquieran información precisa sobre la sexualidad humana, la salud sexual y reproductiva y los derechos humanos, y que exploren y fomenten valores y actitudes positivas hacia la salud sexual y reproductiva, el desarrollo de la autoestima, el respeto de los derechos humanos y la igualdad entre los géneros. Asimismo, posibilita el desarrollo de habilidades para la vida que propician el pensamiento crítico, la comunicación, la negociación, la toma de decisiones y la asertividad.

En América Latina y el Caribe (ALC), el UNFPA tiene una historia de más de cuatro décadas brindando apoyo técnico y financiero a los gobiernos y actores sociales en la implementación de políticas, programas, planes y currículos educativos, con el propósito de dotar a las jóvenes generaciones de los conocimientos, habilidades, actitudes y valores para el ejercicio y la vivencia de una sexualidad responsable, saludable y enriquecedora, en el marco del desarrollo integral de su personalidad y de la construcción de una ciudadanía democrática.

A la luz de las visiones corporativas, de la Agenda 2030 y del Consenso de Montevideo sobre Población y Desarrollo, que incluye a la EIS entre sus medidas prioritarias, el “Plan de Acción de Intervenciones Regionales para América Latina y el Caribe del UNFPA 2022-2025” prioriza la inversión en adolescencia y juventud, entendida como una ventana de oportunidad para reducir las desigualdades y llegar a los grupos más rezagados y vulnerables, con el propósito de “no dejar a nadie atrás”.

Aunque los países de la región son firmantes de acuerdos, convenciones y tratados que amparan el derecho a la EIS, y cuentan, en la mayoría de los casos, con algún tipo de ordenamiento político-normativo que sustente su incorporación en las escuelas y los espacios no formales, el panorama actual se caracteriza por una tensión permanente entre avances y retrocesos. Estos resultados están asociados a complejos factores interconectados, como: las dinámicas del contexto político, económico y sociocultural; la incidencia de los grupos conservadores; la voluntad y el compromiso de gobiernos y actores sociales; la consolidación de alianzas y sinergias efectivas; los recursos técnicos y financieros disponibles, así como las capacidades instaladas en las instituciones, grupos y personas involucradas en la EIS.

En respuesta a los desafíos prevalecientes, y con el fin de continuar avanzando en este ámbito, la Oficina Regional para América Latina y el Caribe (LACRO) y las Oficinas del UNFPA vienen implementando desde 2014, en colaboración con sus contrapartes regionales y nacionales, una “Estrategia Regional en EIS para América Latina y el Caribe”, que ha sido reajustada y ampliada4. Su objetivo es fortalecer el compromiso y la capacidad de los países para garantizar el derecho de niñas, niños, adolescentes y jóvenes a una EIS de calidad, basada en la evidencia científica, en los enfoques de género y de derechos humanos, y acorde con los compromisos y estándares internacionales.

A tal efecto, se establecieron tres áreas estratégicas, relativas al posicionamiento y fortalecimiento de la EIS, así como al desarrollo de programas especiales para grupos poblacionales en situación de vulnerabilidad y riesgo social, y se identificaron cinco líneas de trabajo:  abogacía e incidencia, desarrollo de capacidades, gestión del conocimiento, construcción de alianzas y monitoreo y evaluación.