Es muy infrecuente que las mujeres sean combatientes en las guerras, pero demasiado a menudo son ellas quienes sufren sus peores consecuencias. La violencia por motivos de género, incluida la violación sexual, es un arma de guerra repugnante, de uso cada vez más reiterado. Los perjuicios inmediatos no se limitan a sus víctimas directas, sino que desgarran insidiosamente a familias enteras y desarticulan las sociedades durante varias generaciones.