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El Fondo de Población de las Naciones Unidas, UNFPA, presentó hoy el Informe del Estado de la Población Mundial 2015, titulado “Refugio en la Tormenta, una agenda transformadora para las mujeres y las niñas, en un mundo proclive a las crisis”. La publicación revela que cuando sobreviene una crisis, las mujeres y las niñas se encuentran en una situación de desventaja desproporcionada y están menos preparadas o empoderadas para sobrevivir y recuperarse.

 “Abandonar a esa niña, su comunidad y a su país, no es una opción. De una u otra forma, vivimos en un mismo mundo, y los gobiernos tienen la responsabilidad de proteger los derechos humanos y respetar la legislación internacional. Como ciudadanos globales, tenemos el deber de brindar apoyo y ser solidarios”, señaló el Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas y Director Ejecutivo del  UNFPA, Dr. Babatunde Osotimehin.

En el curso o después de cualquier tipo de crisis, la violencia sexual y por razón de género puede dispararse, incluso como arma de guerra. El Dr. Osotimehin considera que “tanto la salud como los derechos de las mujeres y adolescentes no debe ser visto como algo secundario en la respuesta humanitaria”. “Para una mujer embarazada, a punto de dar a luz, o la adolescente sobreviviente de violencia sexual, los servicios capaces de salvar vidas son tan vitales como el agua, la comida y el refugio”, agregó el Dr. Osotimehin.

La Mortalidad Materna es más Elevada en las Zonas de Conflicto

En América Latina y el Caribe, 1 millón de mujeres no dan a luz en instituciones de salud y 2 millones de recién nacidos no reciben el tratamiento necesario para evitar complicaciones. Los conflictos y la violencia, también han perjudicado en gran medida la salud de las mujeres. En Colombia, las muertes maternas son casi ocho veces mayores en las comunidades donde hay presencia de grupos armados.

 “Comencé a trabajar como partera hace 37 años”, dice Neida Waitotó, 1 de las 4 comadronas de Docordó, una comunidad ribereña de unos 1.200 habitantes, en su mayoría afrodescendientes, situada en una zona remota de la selva colombiana, a 2 horas en barco desde la ciudad más cercana.

 “En 1978 vinieron las monjas, nos enseñaron el oficio de partera y nos entregaron material”. “Desde entonces -continúa- las comadronas de Docordó han seguido recibiendo capacitación, pero ningún equipo nuevo”. Aun así, han logrado que en el transcurso de estos años nacieran cientos de bebés de forma segura. “Y ninguna de las madres murió”, añade Waitotó, quien, hace una semana, asistió un parto de gemelos.

 Mayor Riesgo de Sufrir la Violencia por Razón de Género

En Colombia, el conflicto no solo ha impedido el acceso a los servicios de salud, sino que también ha tenido un costo directo en la salud, la vida y la supervivencia de miles de mujeres y niñas. Un estudio llevado a cabo por Oxfam y la Casa de la Mujer estima que 500.000 mujeres y niñas han sido violadas o han sufrido otras formas de violencia sexual en el curso del conflicto que afecta al país desde hace decenios. La violación se ha utilizado a veces como arma de guerra.

Otras, se ha empleado como amenaza para intimidar a toda una comunidad cuando se niega a prometer lealtad a un grupo determinado. Además, los datos disponibles sugieren que 1 de cada 10 víctimas de violencia sexual en zonas de conflicto es de sexo masculino.

Nimia Teresa Vargas dirige la Red Departamental de Mujeres Chocoanas, con sede en Quibdó. La red, que recibe suministros —como botiquines obstétricos asépticos— y asistencia técnica y financiera del UNFPA y otros organismos de las Naciones Unidas, se creó en 1991 como grupo de empoderamiento de las mujeres, pero desde entonces se ha transformado en una organización de defensa de los derechos humanos que también ofrece servicios a las supervivientes de la violencia sexual.

“A medida que las mujeres que asistían a nuestros grupos de discusión comenzaron a conocer sus derechos, cada vez eran más las que contaban que habían sido violadas”, dice Vargas. “Empezaron a salir a la luz casos de grupos armados que intentaban tomar el control de las comunidades empleando la violencia sexual como estrategia para demostrar que tenían el poder”.

Una Nueva Visión para la Acción Humanitaria

Mientras la desigualdad y el acceso inequitativo mermen sus derechos, aptitudes y oportunidades, las mujeres y las niñas seguirán estando entre las personas más necesitadas de asistencia humanitaria y menos preparada para contribuir a la recuperación y la resiliencia.

En el centro de los elementos interrelacionados de la acción humanitaria, desde la respuesta hasta la resiliencia y el desarrollo, se encuentran la salud y los derechos sexuales y reproductivos.  La acción humanitaria puede sentar las bases del desarrollo a largo plazo. El desarrollo, cuando beneficia a toda la población y permite que esta disfrute de sus derechos, incluidos los derechos reproductivos, ayuda a los individuos, las instituciones y las comunidades a resistir las crisis. Asimismo puede acelerar la recuperación.

 

Ver el Informe de Población Mundial 2015