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En este apartado ponemos en común algunas herramientas conceptuales que nos permiten abordar, en el aula, las identidades y la diversidad sexual, sabiendo que algunas veces su abordaje y reflexión se presentan como un desafío. Valorar positivamente la diversidad sexual ayuda a la vida escolar cotidiana, dentro y fuera del aula. Además, es un aspecto muy importante para evitar discriminaciones y violencias.

La identidad es un fenómeno subjetivo y a la vez social, a través del cual las personas expresan sus modos de ser, sentir, pensar y actuar. La sexualidad es un aspecto de la condición humana que está presente a lo largo de toda la vida y con el que nos identificamos. El género, que puede coincidir o no con el sexo asignado al momento de nacer, la expresión de género y la orientación sexual son algunas dimensiones que la conforman.

En nuestra sociedad la norma “cisheterosexual” presupone erróneamente que todas las personas con las que interactuamos son o deberían ser heterosexuales y cisgénero, esto último significa que se identifican con el género asignado al momento de nacer.

La noción de “diversidad sexual” da cuenta de las maneras de vivir la sexualidad que el modelo socialmente aceptado deja afuera; ese modelo establece, así, una jerarquía en la que las personas cisgénero y heterosexuales se ubican en un lugar de privilegio con respecto a las demás. Esta relación desigual de poder y la desvalorización de las personas que ocupan lugares menos favorecidos contribuyen a que las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans y no binarias (LGBT+) se enfrenten a situaciones de discriminación y violencia. En este sentido, la escuela tiene un papel importante a la hora de generar iguales condiciones para todas las personas, independientemente de la forma en que cada persona vive su sexualidad.