Usted está aquí

Invertir en las mujeres y las niñas alienta la inclusión y promueve la prosperidad.

Un futuro de paz y prosperidad depende del empoderamiento de las mujeres y las niñas. Hace treinta años, en la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo de El Cairo, 179 países acordaron que esto era lo correcto y la vía necesaria para avanzar hacia el desarrollo mundial sostenible.

Desde entonces, las inversiones dedicadas a la salud y los derechos de las mujeres y las niñas han mejorado y salvado millones de vidas. En la actualidad, un tercio menos de mujeres que en 2000 mueren por complicaciones evitables relacionadas con el embarazo y el parto. El número de niñas que dan a luz durante la adolescencia también ha descendido un tercio durante el mismo período. Y el número de mujeres que utilizan anticonceptivos modernos se ha duplicado desde 1990.

Sin embargo, aunque las tendencias generales revelan avances sustanciales hacia la consecución de la igualdad de género, no reflejan la experiencia de los millones de personas que siguen quedándose atrás debido, en gran medida, a la desigualdad de género, que suele estar combinada con otras formas de discriminación. Las mujeres y las niñas con discapacidad, de minorías étnicas o raciales, o que se identifican como personas LGBTQI+, todavía encuentran impedimentos para disfrutar de su salud y sus derechos sexuales y reproductivos. Las mujeres atrapadas en situaciones de conflicto o desastres relacionados con el clima se encuentran con que los servicios de planificación familiar y de respuesta a la violencia de género tienden a desmoronarse precisamente cuando más falta hacen.

La consecución de un futuro más brillante para todas las personas, independientemente de quiénes sean y dónde se encuentren, requiere un apoyo ágil, sostenido y transversal a las mujeres y las niñas en todas partes, e invertir en ellas.

La buena noticia es que sabemos lo que funciona, y que es una gran inversión.

Según el análisis realizado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y sus asociados del ámbito académico, 222.000 millones de dólares de nueva inversión garantizarían el fin de las muertes maternas evitables; eliminarían las necesidades insatisfechas de planificación familiar; y protegerían a las mujeres y las niñas contra la violencia de género y las prácticas nocivas en todas partes de aquí a 2030. Esta inversión transformaría millones de vidas.

Las niñas a quienes no se casa en la infancia tienen mayores posibilidades de terminar la escuela y obtener un empleo, lo que se traduce en billones de dólares en beneficios económicos para la sociedad. El aumento de la participación de las mujeres en el lugar de trabajo amplía su potencial de ingresos a lo largo de su vida, y puede impulsar el producto interno bruto (PIB) per cápita en casi un 20% por término medio. Las empresas que costean la salud sexual y reproductiva de su plantilla pueden aumentar la productividad hasta un 15% y reducir la fuga de talento hasta un 22%. Cuando invertimos en las mujeres y las niñas, todo el mundo sale ganando.

Sin embargo, pese a lo evidente de estos beneficios, las inversiones siguen siendo insuficientes: en 2017, menos del 1% de la ayuda mundial destinada a la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres fue a parar a organizaciones de mujeres. En 2022, menos de un 1% de la ayuda externa mundial se dedicó a erradicar la violencia de género. Solo un 1% de la investigación mundial en atención de la salud trata enfermedades específicas de la mujer, salvo en el caso de la oncología. Las mujeres y las niñas merecen más.

Tenemos una enorme deuda de gratitud con las mujeres de todo el mundo que han liderado el camino hacia la igualdad de género en el seno de sus familias, sus hogares, sus lugares de trabajo y sus comunidades. Mujeres como Safia*, sobreviviente de la mutilación genital femenina que perdió a una hija a causa de esta práctica y se negó a que la segunda se sometiera a ella; y Ngoma*, de 15 años, que se dedica a sensibilizar sobre la violencia sexual y de género, y está movilizando a su comunidad para que defienda los derechos de sus niñas.

Tenemos la obligación de realizar inversiones genuinas en las mujeres y las niñas para, por ejemplo, promover la educación secundaria; defender su liderazgo en el ámbito de las nuevas tecnologíasrespaldar sus propias iniciativas innovadoras contra la violencia; y abrir más plataformas para escuchar su voz y ayudarlas a salvar vidas.

Solo mediante la inversión en la inclusión social, económica y política de las mujeres y las niñas lograremos fortalecer el tejido social y crear algo verdaderamente hermoso: un futuro que abarque a todas las personas.